Nairobi .- Decenas de personas marcharon este martes en las calles de Nairobi y otras ciudades de Kenia en una nueva jornada de las protestas que empezaron en junio para oponerse a una subida de impuestos pero se transformaron en antigubernamentales, tras un llamamiento a ocupar el aeropuerto internacional de la capital.
«Frente a la convocatoria de manifestaciones para el 23 de julio de 2024, es fundamental recordar firmemente al público los límites legales que rigen el acceso a las zonas protegidas», alertó a última hora del lunes en un comunicado el inspector general interino de la Policía Douglas Kanja.
Una fuerte presencia policial se podía ver este martes en las calles de Nairobi y en otras urbes del país, mientras efectivos del Ejército controlaban la entrada al Aeropuerto Internacional Jomo Kenyatta (al sureste de la capital).
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Así, no solo las personas que entraban al recinto eran sometidas a minuciosos controles de seguridad sino que, además, algunas de las empresas del aeropuerto pidieron a sus trabajadores que trabajaran desde casa, según reportaron medios locales.
En Nairobi, decenas de kenianos montados en motocicletas recorrieron las principales avenidas del centro de la ciudad gritando para mostrar su apoyo al presidente del país, William Ruto, si bien activistas destacados denunciaron en redes sociales que las autoridades les habían pagado para que salieran.
En algunos puntos de la capital la Policía empleó gases lacrimógenos, así como en otras ciudades, como la principal urbe de la costa, Mombasa, donde un comerciante tuvo que recibir atención médica tras verse golpeado por un bote de gas.
Durante las movilizaciones, que se extendieron también a ciudades como Kisumu (oeste) y Kajiado (sur), fueron detenidas un número indeterminado de personas, si bien no se han publicado todavía cifras oficiales de arrestos o heridos.
Desde el pasado 18 de junio, Kenia ha vivido una serie de protestas masivas que se oponían inicialmente a un polémico proyecto de ley para subir los impuestos, pero se transformaron en movilizaciones antigubernamentales, pese a que Ruto retiró finalmente la iniciativa legislativa.
Frente a las presiones de los manifestantes, el presidente anunció el pasado día 11 la disolución de todo su Gobierno, excepto el ministro de Asuntos Exteriores y el vicepresidente, tras informar a principios de mes de una batería de medidas de austeridad.
Las protestas, impulsadas sobre todo por jóvenes de la ‘generación Z’ (nacidos entre mediados de los noventa y la primera década del siglo XXI), han sido fuertemente reprimidas por las fuerzas de seguridad, que dispararon gases lacrimógenos, pelotas de goma e incluso munición real contra los manifestantes.
Así, al menos 50 personas han muerto, según la entidad reguladora Comisión Nacional de Derechos Humanos de Kenia (KNCHR), mientras 413 han resultado heridas y se han registrado 59 desapariciones forzosas.
Esta es la peor crisis de Ruto desde que llegó al poder en septiembre de 2022.
Kenia, estrecho aliado de Occidente, destaca como una de las economías de más rápido desarrollo de África, pero las desigualdades persisten y uno de cada tres kenianos sobrevive con apenas dos dólares al día, según el Banco Mundial.