Cádiz (España).- Un galeón del siglo XVII, hundido cerca de Cádiz (sur de España) con lingotes de plata procedentes de lo que actualmente es Bolivia, está listo para ser reflotado del fondo del mar después de tres meses de preparativos, en una operación sin precedentes en España.
«Está todo listo, la extracción solo depende de la llegada de dos grúas de 300 toneladas y de que las condiciones atmosféricas sean las adecuadas», relata a EFE Eloy Saiz, jefe del Departamento de infraestructuras y obras de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz.
Descubierto en el 2011
Los responsables de la operación creen que este mismo mes de julio el pecio podrá estar ya fuera del agua para que pueda ser estudiado por expertos.
El galeón fue descubierto en 2011, durante las labores de cautelas arqueológicas antes de la construcción de una nueva terminal de contenedores para el puerto de Cádiz.
El pecio interfería los trabajos, así que se decidió entonces trasladarlo bajo el mar, a otra zona cercana.
Durante los trabajos para aquel desplazamiento, que también fue una operación pionera, se descubrió que el barco llevaba en su interior 27 cañones de hierro suecos ‘Finbanker’, 22 lingotes de plata de las minas de Oruro y Potosí, en la actual Bolivia; una campana de bronce y varios elementos de navegación.
Las autoridades decidieron diseñar una operación sin precedentes en España para extraer el barco y que los arqueólogos puedan estudiarlo.
«Los buzos han tenido que ingeniárselas para hacer su trabajo a ciegas», explica Eloy Saiz, debido a «la falta de visibilidad bajo el agua».
Así, trabajaron para primero quitar una capa de arena y fango de entre uno y dos metros que había recubierto el galeón en los últimos doce años, desde que en aquel primer movimiento.
Con el principio de Arquímedes
Se ha sumergido también y se ha colocado sobre el pecio una estructura metálica a la que se fijarán unas cinchas que formarán «una especie de hamaca por debajo del pecio» cuando las grúas levanten la estructura rectangular que ha sido ubicada sobre el barco, «como una caja», y la depositen en el muelle.
El principio de Arquímedes ha guiado y guiará los movimientos de la estructura que permitirá sacar el pecio, con unos grandes flotadores que se desinflaron una vez que estaban sobre el pecio y que ahora se volverán a hinchar para alzarlo del agua.
Una vez en el muelle, los restos del barco se ubicarán bajo una carpa, con un sistema de agua y electricidad para mantener la humedad. Empezará entonces el momento de los arqueólogos.
«Las maderas están saturadas de agua. Si la pierden, ese hueco se rajará y se desintegrará. Por eso se trata de mantener la humedad de forma compatible con el trabajo de los arqueólogos», explica Saiz.
Se le dará otra limpieza, y los arqueólogos lo desmontarán «madera a madera», escaneando, inventariando y etiquetando cada pieza.
Tras este trabajo, las maderas, cubiertas por un geotextil, se volverán a sumergir en el mar, con sistemas por si en el futuro se decide extraerlas. «Se devuelven porque su conservación en el mar es mejor y quedarán accesibles para futuros estudios».
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Los expertos del Centro de Arqueología Subacuática (CAS) de Cádiz tienen interés en estudiar las técnicas de construcción naval de la época.
La directora del CAS, Milagros Alzaga, explicó que el objetivo final es «ponerle el nombre al barco y determinar qué ruta estaba haciendo cuando se hundió», porque esta información permitirá profundizar mejor en la historia marítima menos conocida, que es, precisamente, la de los barcos construidos en el siglo XVII.