En los últimos años, el consumo de semen y su uso con fines “estéticos” ha circulado en redes sociales, foros y plataformas de belleza alternativa como una práctica con beneficios para la salud femenina. Estas afirmaciones, sin embargo, suelen apoyarse más en creencias populares y anécdotas que en estudios científicos sólidos.
Desde el punto de vista nutricional, el semen contiene pequeñas cantidades de proteínas, fructosa, enzimas y minerales como zinc y magnesio. No obstante, estas concentraciones son mínimas y no representan un aporte significativo para la dieta humana. La ciencia no respalda la idea de que su consumo mejore la salud general, el estado de ánimo o el sistema inmunológico de las mujeres.
Algunas teorías populares sostienen que el semen podría influir positivamente en el bienestar emocional debido a la presencia de hormonas como la oxitocina o la serotonina. Sin embargo, no existen estudios concluyentes que demuestren que estas sustancias, al ser ingeridas, produzcan efectos psicológicos medibles.
La percepción de bienestar suele estar más relacionada con el contexto emocional, la intimidad y el consentimiento en la relación que con el fluido en sí.
En el ámbito estético, el semen ha sido promovido como ingrediente “natural” para la piel, especialmente en mascarillas faciales caseras. Se le atribuyen propiedades hidratantes o rejuvenecedoras debido a su contenido proteico. Aun así, dermatólogos advierten que no hay evidencia científica que respalde estos beneficios y que su aplicación tópica puede causar irritación, reacciones alérgicas o infecciones cutáneas.
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Especialistas en salud sexual coinciden en que muchas de estas prácticas ganan popularidad por la búsqueda de alternativas “naturales” y por la desinformación en plataformas digitales. La industria cosmética y la nutrición cuentan con productos y tratamientos ampliamente estudiados que ofrecen resultados comprobados sin los riesgos asociados a experimentos caseros.
En conclusión, no existen pruebas científicas sólidas que demuestren beneficios reales del consumo de semen o de su uso estético para las mujeres. La información confiable, el autocuidado, el consentimiento y la salud deben prevalecer sobre tendencias virales o promesas sin fundamento.


