Kerem Shalom, Israel. – En un predio cercano a la frontera con Gaza se levanta uno de los lugares más sobrecogedores de la tragedia del 7 de octubre: el llamado “cementerio de autos”, donde reposan cerca de 1,800 vehículos incendiados y destruidos durante el ataque perpetrado por Hamás contra el festival Nova y las comunidades vecinas.
Cada automóvil aquí cuenta una historia. Muchos fueron escenario de muertes violentas, otros de intentos desesperados por huir, y algunos, como una ambulancia calcinada, se convirtieron en trampas mortales para quienes buscaban seguridad. En ese vehículo, que había sido dispuesto para atender emergencias médicas en la fiesta, perdieron la vida 18 personas tras ser atacadas con disparos, granadas e incluso un misil antitanques. También se exhiben camionetas utilizadas por los atacantes, adaptadas con estructuras para montar ametralladoras, recordando que el ataque no fue improvisado, sino planificado con preparación militar.
El lugar no es solo un espacio de exhibición, sino también de respeto. Cada auto fue previamente investigado y revisado minuciosamente para recuperar restos humanos o pruebas que permitieran dar sepultura digna a las víctimas, siguiendo la tradición judía de enterrar a cada persona “lo más completa posible”. A un costado, se puede observar un mural de carteles con códigos QR que permiten a los visitantes leer las historias detrás de cada vehículo, transformando este sitio en un memorial viviente.
Entre la montaña de chasis negros y retorcidos destaca un solo auto azul, colocado intencionalmente como símbolo de luz y de futuro. Mientras los demás reflejan la oscuridad de la barbarie, ese color vibrante se erige como recordatorio de que, incluso en medio de la tragedia, la esperanza sigue presente. “Este lugar pone la piel de gallina, pero también nos invita a creer que habrá un mañana”, aseguran los guías que acompañan a las delegaciones internacionales que llegan hasta aquí.
Hoy, a 703 días del ataque, el cementerio de autos se ha convertido en un sitio de memoria, duelo y resiliencia, que testimonia la magnitud de la tragedia y al mismo tiempo proyecta un mensaje de resistencia y vida.


