Cada 22 de agosto se conmemora el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas de Actos de Violencia Motivados por la Religión o las Creencias, una fecha designada por la Asamblea General de las Naciones Unidas para recordar y apoyar a quienes han sufrido violencia por motivos religiosos o de creencia.
Este día sigue inmediatamente al 21 de agosto, Día Internacional del Recuerdo y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo, destacando la importancia de reconocer los derechos y la dignidad de todas las personas, independientemente de su fe o convicciones.
Derechos humanos relacionados con la libertad de religión y de creencia


La libertad de religión o de creencias es un derecho fundamental que se encuentra estrechamente vinculado con otros derechos humanos esenciales: la libertad de opinión y de expresión, el derecho de reunión pacífica y el derecho de asociación. Todos estos derechos están interrelacionados y se refuerzan mutuamente, tal como se establece en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
El ejercicio de estos derechos desempeña un papel clave en la lucha contra la intolerancia y la discriminación basadas en la religión o las creencias. Además, el diálogo interreligioso e intercultural, así como el debate abierto y respetuoso de ideas, puede contribuir a reducir el odio religioso, la incitación a la violencia y los conflictos basados en la fe.
La violencia por motivos religiosos
A pesar de los avances en derechos humanos, los actos de violencia e intolerancia basados en la religión o las creencias continúan ocurriendo en todo el mundo. Estos incidentes suelen afectar particularmente a comunidades y minorías religiosas, y en muchos casos presentan patrones repetidos y carácter criminal, con una intensidad creciente a nivel internacional.
En respuesta a esta situación, la Asamblea General de la ONU adoptó la resolución A/RES/73/296, que establece el Día Internacional en Conmemoración de las Víctimas de Actos de Violencia Basados en la Religión o la Creencia. Esta resolución condena enérgicamente la violencia y el terrorismo dirigidos a personas por motivos religiosos, reafirmando que ninguna religión, nacionalidad, civilización o grupo étnico puede asociarse con el terrorismo o el extremismo violento.
Antecedentes y objetivos de la conmemoración
La designación de este día reconoce la importancia de proporcionar apoyo y asistencia adecuados a las víctimas y familiares, así como de proteger sus derechos según la ley aplicable. La Asamblea General ha deplorado todos los actos de violencia contra personas por su religión o creencia, así como ataques dirigidos a sus hogares, negocios, propiedades, escuelas, centros culturales y lugares de culto.
Resoluciones previas, como la 72/165, ya destacaban la necesidad de fortalecer la cooperación interreligiosa, interclerical e intercultural, y expandir la educación en derechos humanos para prevenir la intolerancia y la discriminación religiosa.
Con la proclamación del 22 de agosto, se subraya la responsabilidad de los Estados de promover y proteger los derechos humanos, incluyendo los derechos de las minorías religiosas, y garantizar que puedan ejercer su religión o creencia libremente y sin temor a la violencia.