Bogotá.- Una nueva ola de violencia estremeció a Colombia este jueves con dos atentados casi simultáneos que dejaron 18 muertos y más de 60 heridos, hechos que el Gobierno atribuyó a la disidencia de las FARC conocida como Estado Mayor Central.
El primero ocurrió en El Chispero, zona rural de Amalfi (Antioquia), donde un helicóptero de la Policía Antinarcóticos fue derribado en plena operación de erradicación de cultivos ilícitos, causando la muerte de los doce uniformados que lo tripulaban.
Horas más tarde, Cali fue escenario de otra tragedia: un camión cargado con explosivos estalló junto a la Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez, dejando seis civiles muertos y 65 heridos, además de cuantiosos daños en una de las avenidas más transitadas de la ciudad.
Las autoridades capturaron en el lugar a un presunto integrante del EMC, identificado por el presidente Gustavo Petro como alias Sebastián, miembro de una estructura subordinada a la llamada Junta del Narcotráfico, a la cual el Gobierno responsabiliza de coordinar estas acciones.
Ante la gravedad de los hechos, Petro anunció que tanto el EMC como la Segunda Marquetalia y el Clan del Golfo serán designados como organizaciones terroristas:
“Estas facciones deben ser perseguidas en cualquier lugar del planeta”, aseguró el mandatario, quien viajó a Cali acompañado de la cúpula militar y no descartó decretar un estado de conmoción interior.
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Las reacciones no se hicieron esperar. La vicepresidenta Francia Márquez rechazó lo ocurrido calificándolo de “acto cobarde y criminal”. La Defensoría del Pueblo advirtió que los ataques representan una clara violación al Derecho Internacional Humanitario al haber sido dirigidos contra la población civil.
Desde la oposición, los expresidentes Iván Duque y Juan Manuel Santos coincidieron en la urgencia de fortalecer la política de seguridad y apoyar de manera decidida a las Fuerzas Armadas. A nivel internacional, la ONU y el presidente panameño, José Raúl Mulino, también condenaron la violencia y expresaron solidaridad con las víctimas.
Colombia, golpeada de nuevo por la barbarie, enfrenta el desafío de contener a grupos armados que se disputan territorios y economías ilegales mientras la sociedad clama por paz y justicia.
