Limitar los llamados «freetours«, imponer tasas turísticas o elevar las multas por orinar en la calle, pasear solo con el bañador o pasarse de decibelios con la música, son algunas de las medidas que adoptan las ciudades para plantar cara al turismo masivo y limitar su impacto negativo en los vecindarios.
En España, ciudades como Toledo (centro), Patrimonio Mundial de la Humanidad, avanzan en la regulación del turismo con iniciativas como reducir los grupos turísticos a 30 personas en su casco histórico o prohibir el uso de megáfonos a los guías, bajo amenaza de multas de hasta 700 euros.
Segovia, otra de las ciudades más visitadas de España, trata de proteger su «tesoro», el Acueducto romano, con sanciones de entre 750 y 3.000 euros para quien dañe el monumento, que data del siglo II.
Baleares, uno de los principales destinos turísticos de España, baraja subir el impuesto por turismo (ecotasa) de 2 a 6 euros por noche y turista para cruceros y temporada alta y crear un impuesto adicional para vehículos vacacionales con tarifas que pueden rondar de 30 a 85 euros.
Ibiza, la isla más visitada del archipiélago balear (Mediterráneo), atraviesa una severa crisis de vivienda hasta el punto de que las autocaravanas se han convertido en una alternativa para quienes no pueden pagar alquileres.
Pero la multiplicación de vehículos es también un problema y las autoridades anuncian multas de hasta 40.000 euros para quienes accedan sin autorización previa y obligan a las caravanas a pernoctar en campings.
De Italia a Nepal
El problema crece. Desde Italia a Nepal, las ciudades se preparan para frenar la masificación turística.
La isla de Capri (sur de Italia) ha prohibido a sus tiendas y restaurantes asaltar a los turistas a pie de calle con ofertas «no pedidas» porque la situación «agravada con los flujos turísticos crecientes en temporada alta, determina un grave perjuicio al decoro urbano y es necesario intervenir con urgencia», alega su alcalde, Paolo Falco.
Sin salir de Italia, la tasa turística por pasar la noche en Venecia es de 5 euros por persona, pero comer o beber sentado en el suelo -en zonas próximas a los canales y los monumentos- puede salir por 200 euros.
Albufeira, en el sur de Portugal, se ha plantado ante los comportamientos «excesivos» en la vía pública y ha establecido un código de conducta que incluye multas de hasta 4.000 euros a aquellos que vayan desnudos, orinen o beban alcohol en la calle, identificados en su mayoría como visitantes extranjeros.
Nepal también estudia limitar los permisos para subir al Everest a escaladores que hayan coronado previamente una montaña de más de 7.000 metros, en un intento por limitar el deterioro ambiental de la zona.
Cuidado en las zonas de playa
Si no se toman en serio estas restricciones, las vacaciones en la playa pueden terminar convertidas en una pesadilla.
Los visitantes de Málaga (sur de España) se arriesgan a pagar hasta 700 euros si no respetan unas normas mínimas de convivencia, desde vestirse adecuadamente a manejar patinetes eléctricos con responsabilidad. Además, orinar en el mar o la playa puede salir por hasta 1.500 euros en Marbella, la ciudad más turística de la Costa del Sol.
En algunas zonas del sur de España se prohíbe el uso de altavoces en las playas, así que los bañistas deben escuchar la canción del verano con auriculares si no quieren pagar multas de hasta 700 euros.
En la costa gallega de Nigrán (Pontevedra, noroeste) las sanciones alcanzan los 200.000 euros para quienes se salten la prohibición de hacer agujeros en el arenal.
En Canarias y Baleares los turistas deben saber que guardarse en el bolsillo una concha para llevársela a casa puede costarles hasta 3.000 euros, una práctica también sancionada en algunas playas del caribe mexicano.
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También fumar en público puede salir muy caro en España, hasta 600 euros de multa puede suponer encender un cigarro en la arena en playa catalanas (noreste).
Pero, ni las restricciones ni las multas parecen desanimar a los visitantes. En 2025 se esperan niveles históricos de turismo. Más de 300 millones de viajeros han cruzado fronteras en todo el mundo solo en el primer semestre.