Santo Domingo.– Este martes se cumplen tres meses desde la tragedia ocurrida en la discoteca Jet Set, donde el colapso del techo provocó la muerte de 236 personas y dejó más de 180 heridos. Entre las víctimas estuvo Rhoyer Hernández, un joven camarero cuya calidad humana lo convirtió en una figura muy querida por compañeros y clientes.
A sus 33 años, Rhoyer era conocido por su trato respetuoso, su eficiencia y una amabilidad que no pasaba desapercibida. Durante ocho años formó parte del personal del Jet Set, donde muchos lo identificaban como “el camarero de las buenas atenciones”. Su forma de trabajar iba más allá del deber: era una presencia que transmitía confianza, discreción y cortesía genuina.


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También ofrecía sus servicios en el restaurante Jalao, y quienes lo trataron coinciden en que su vocación no se limitaba al trabajo: le gustaba servir, ayudar, y hacerlo bien. Su actitud no fingía sonrisas; era auténtica. Tenía esa rara habilidad de hacer sentir bien a los demás, incluso en medio de la rutina.
La noche del 8 de abril acudió como de costumbre a su turno. La tragedia lo sorprendió en pleno servicio, sin aviso, sin oportunidad de despedidas.


Hoy, cuando se cumplen tres meses de su partida, el dolor persiste. Sus seres queridos guardan los últimos recuerdos con cariño y nostalgia. En su hogar quedó un hijo pequeño que aún pregunta por él. Y en la memoria de quienes lo conocieron, permanece el recuerdo de un hombre trabajador, sereno y noble.
El derrumbe del Jet Set dejó muchos vacíos. El de Rhoyer Hernández es uno de los más difíciles de llenar. Porque hay personas que no solo se recuerdan: se extrañan. En lo cotidiano, en los gestos simples, en el silencio que dejaron al irse.