Cada 27 de junio se celebra el Día de las Microempresas y las Pequeñas y Medianas Empresas (MIPYME), una fecha establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas para concienciar sobre el papel fundamental que desempeñan estas unidades productivas en el desarrollo económico, la generación de empleo y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Lejos de ser un sector menor, las MIPYME representan hoy el 90% de las empresas del mundo, generan entre el 60 y 70% del empleo global y aportan el 50% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial. Son, sin duda, la columna vertebral de las economías locales y un sostén vital para millones de familias.
El desafío del acceso a financiamiento
Uno de los grandes retos que enfrentan las MIPYME, especialmente en los países menos desarrollados, es el acceso al financiamiento. Según cifras de la ONU:
- 41% de las pequeñas y medianas empresas en países menos adelantados consideran que la falta de acceso al crédito es su mayor obstáculo.
- En los países de renta media, esa cifra baja al 30%.
- En los países de renta alta, solo el 15% de estas empresas enfrentan esa misma dificultad.
Este desequilibrio limita su crecimiento, reduce su competitividad y restringe la innovación, lo que a su vez impacta negativamente en la generación de empleo y la reducción de la pobreza.
Urgencia de inversión en el empleo del futuro
De cara al año 2030, el panorama global plantea un reto inmenso: se necesitarán 600 millones de nuevos empleos para absorber a la creciente fuerza laboral mundial. Dada su capacidad de generar trabajo a escala local, el fortalecimiento de las MIPYME se convierte en una prioridad urgente para los gobiernos.
En los mercados emergentes, estas empresas generan la mayoría de los empleos formales y son responsables de 7 de cada 10 nuevos puestos de trabajo, convirtiéndolas en un motor esencial del desarrollo económico.
Los protagonistas invisibles del cambio
En muchas ocasiones, las micro y pequeñas empresas operan en la sombra de las grandes corporaciones, pero su impacto es tangible en cada comunidad. Desde la panadería de barrio hasta el emprendimiento digital liderado por jóvenes, las MIPYME sostienen las economías, generan oportunidades y promueven la innovación.
Reconocer su rol, facilitar su financiamiento, incluirlas en el comercio global y garantizar su participación en políticas públicas no es solo una estrategia económica: es una obligación social y ética con millones de trabajadores en condiciones vulnerables.