El 31% de las emisiones de dióxido de carbono en la República Dominicana provienen del transporte, y las pérdidas económicas por la congestión vehicular en Santo Domingo representan el 3% del PIB anual, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Estas cifras no son simples datos estadísticos, sino una representación de una problemática que afecta a millones de dominicanos diariamente: largas horas en el tráfico, productividad perdida y una calidad de vida deteriorada. Enfrentar esta crisis no es una opción, sino una obligación para quienes buscan liderar un cambio hacia un futuro más equitativo e inclusivo.
En las congestionadas calles de la capital y en las comunidades rurales más apartadas, surge la urgente necesidad de un sistema de movilidad que no solo conecte a las personas con sus destinos, sino que también fomente el desarrollo económico, la equidad social y la sostenibilidad ambiental. Este cambio exige visión, liderazgo y experiencia para superar los retos más complejos del país.
Un Sistema Insostenible: ¿Hacia Dónde Vamos?
En Santo Domingo, el 85% de los desplazamientos depende de vehículos privados o motocicletas, lo que agrava la congestión, la contaminación y las desigualdades. Más del 60% de los viajes urbanos son de menos de cinco kilómetros, distancias que podrían realizarse a pie o en bicicleta si existiera infraestructura adecuada.
En las zonas rurales, donde el transporte público es casi inexistente, muchas comunidades enfrentan aislamiento que limita su acceso a servicios básicos y oportunidades. Este aislamiento no es solo geográfico, también es una brecha social que condiciona el futuro de generaciones. Resolver esta problemática requiere experiencia técnica, sensibilidad social y un compromiso firme con el bienestar colectivo.
Otros países, como Colombia con su sistema TransMilenio, o Noruega, líder en electrificación del transporte, han demostrado que los cambios son posibles cuando las políticas públicas coherentes se combinan con un liderazgo estratégico y visión a largo plazo. En la República Dominicana, esta transformación debe ser guiada con claridad y determinación hacia el beneficio común.
Tres Pilares para la Movilidad Sostenible
La movilidad sostenible no es una utopía, sino una necesidad urgente que debe abordarse con acciones concretas fundamentadas en tres pilares:
- Transporte Público Eficiente y Accesible
Actualmente, solo el 15% de los desplazamientos urbanos se realiza en transporte público, reflejando el enorme desafío. Integrar sistemas como el Metro, Monorriel y autobuses en un modelo intermodal es una prioridad. Ejemplos como el TransMilenio en Bogotá muestran cómo un transporte público bien diseñado puede reducir desigualdades y fomentar el desarrollo. - Electrificación del Transporte
La transición hacia vehículos eléctricos es una oportunidad para reducir emisiones y costos, posicionando al país como líder regional en sostenibilidad. Con menos del 0.5% de vehículos eléctricos, los beneficios potenciales incluyen una reducción del 20% en emisiones y ahorros de $500 millones en importaciones de combustible para 2030. - Ciudades Diseñadas para las Personas
Las ciudades deben priorizar a peatones y ciclistas. Espacios como aceras seguras y ciclovías, ausentes en Santo Domingo, podrían mejorar la calidad de vida. Ejemplos como Ámsterdam destacan los beneficios de dar prioridad a las personas en lugar de a los automóviles.
Innovación y Tecnología: Herramientas para el Cambio
La tecnología puede transformar la movilidad, desde aplicaciones para optimizar rutas hasta sistemas de tráfico gestionados con datos. Barcelona, por ejemplo, redujo la congestión vehicular en un 25% mediante el uso de datos.
En comunidades rurales, tecnologías como drones pueden garantizar acceso a servicios básicos, conectando zonas aisladas con centros urbanos.
Un Llamado a la Acción
La movilidad no es un lujo, sino un derecho fundamental que impacta directamente en la calidad de vida de cada dominicano. Como afirmó John Rawls en Teoría de la Justicia, una sociedad equitativa elimina barreras estructurales que limitan oportunidades.
Imaginemos un país donde la movilidad conecte a las personas con sus metas y sueños, reduciendo emisiones, mejorando la calidad del aire y transformando las ciudades en espacios inclusivos. Este futuro no solo es posible, sino necesario.
La República Dominicana necesita más que un plan; necesita liderazgo con visión y compromiso para convertir las palabras en acciones. ¿Estamos listos para liderar el cambio?